Aumentemos la fe

A veces la fe es escasa y se escapa. En momentos de dolor, se nos olvida que nos han ayudado antes y de miles de maneras; y caemos de nuevo en la desesperanza, en pensar que no hay salida, que «no vale la pena el esfuerzo».

Mientras más fe necesitamos,  en una crisis por ejemplo, es probable que sea cuando menos la tengamos, y pensemos que nunca saldremos de eso, aunque tal vez ya hemos pasado por circunstancias peores.

¿Cuántas veces hay que perdonar? Hasta 70 veces 7 ¿Cuántas veces hay que confiar?  Hasta 70 millones de veces, multiplicado por 7.

Siempre
Hay que confiar y renovar la fe.  No necesitamos mucha;  sólo un pequeño grano de mostaza, como dijo Jesús. ¿De dónde lo sacamos?

Hay que cultivarla en sus distintos grados: una vaga creencia, algo de confianza,  buena dosis de certeza, fe inamovible…

Somos nosotros los que necesitamos tener fe. No es Dios quien necesita la alabanza, devoción y fe, sino nosotros. La devoción nos pone en la sintonía de recibir, de abrirnos a la ayuda divina.

La fe y confianza nos permite abrir los ojos (a veces cerrados por el miedo) para vivir nuestra vida de humanos, aprender, usar nuestras capacidades como hijos de Dios para evolucionar y avanzar.

Si crees que no puedes, o si crees que puedes, estás en lo cierto.

Nuestras creencias nos acercan o alejan de lo que queremos. La fe es una creencia firme en algo. Si crees en ti, en tus capacidades, puedes avanzar con pasos más firmes.

Sí se puede
Recuerda un momento en que tuviste mucha confianza en ti, mucha fe en algo.  Revive ese momento,  observa lo que veías, escucha lo que oías, siente esa misma fuerza, percíbela en el cuerpo… es tuya, quédate con ella; y ahora siéntela cómo se expande en ti y la reafirmas para la nueva situación en que necesitas cultivarla.

Pide ayuda de Dios.  Ve de pasito a pasito, practicando con cosas pequeñas. Cada logro se irá sumando para que cultives la fe en ti, en tu capacidad de crear, de creer y recrearte en la fe, la fe en Dios que te ayuda de distintas maneras.

Lo macro
Cuando sientes que te enfrentas a un monstruo y tu fe no te alcanza, vuelve a confiar en ti, en la vida, en Dios.  Haz tú lo que te corresponde, concéntrate en lo que tú decides hacer y nuevamente confía en que no todo depende de ti, confía en que hay un orden divino, un proceso de sanación y evolución. Ten fe en que hay un porqué y un para qué. Ten fe en que la humanidad entera va avanzando, aunque no lo veamos en un momento dado.

Sin fe, sin confianza en ti, ¿qué vas a hacer? ¿te quedarás deprimido, como zombi autómata dando lo mínimo en tu trabajo y tus relaciones, quejándote y culpando a los otros? Por algo estamos viviendo lo que nos pasa. Así que no hay tiempo que perder.

Sí, llora, grita, quéjate si quieres, pero no te quedes en el papel de víctima resentida. Levántate y anda, te necesitamos.  La  fe es una energía, conéctate con ella.

Recuerda a las miles de personas que se han recuperado de un cáncer, de una guerra, de un tsunami… Si hay vida, hay fe. Anda y anima a otros, no puedes dar lo que no tienes, así que al animar, te tienes que animar primero. Tú puedes.

La luz siempre es mayor. Dios, el bien, siempre es mayor.

El arcángel Miguel nos da su energía azul de fe y protección divina. Siente que respiras esa luz azul, siente que entra en cada célula de tu ser.  Gracias, porque al expandir tu fe, se enciende una luz en toda la humanidad.

Un abrazo.

Teresa

Aumentemos la fe

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