¿Quiénes son tus padres? Desde la perspectiva espiritual, son almas en misión de servicio para tu evolución. Sean biológicos o de crianza, honrarlos te permite avanzar y ser canal para que fluya a través de ti la vida y la alegría de vivir.
La relación entre padres e hijos es una de las más complejas y desafiantes, y es la base para mucho de los que vivimos de adultos.
Dentro de nosotros tenemos interiorizados a los padres como parte de nuestra personalidad llamada Padre/Madre interior. Si tuvimos padres sobreexigentes o maltratadores, nuestro padre interno puede seguir maltratándonos: nos sobreexigimos, nos saboteamos o maltratamos de forma directa o indirecta. Si tuvimos padres distantes emocionalmente o ausente, es probable que no nos demos el apoyo emocional a nosotros mismos, y que busquemos en los otros constantemente el respaldo o la aprobación.
Puesto que fuimos conformados tanto por la energía del padre como de la madre, si rechazamos y detestamos algún aspecto de nuestros padres, eso puede convertirse en nuestras sombras, en nuestro lado oscuro, algo que nos negamos ver en nosotros mismos, que enterramos en nuestro inconsciente, y que mucha veces nos persigue y molesta en los jefes, parejas o amigos más cercanos.
Cuando ya puedes ver esos aspectos de tus padres que no te gustan sin rencor ni dolor y sin querer cambiarlos, has arrojado luz dentro de ti mismo, has empezado tu sendero de sanación. La palabra clave para esto es aceptación: ver, reconocer y aceptar lo que está allí.
Al sanar las relaciones con los padres se sanan muchos aspectos de nuestras vidas, en especial las relaciones de pareja y los asuntos financieros. En líneas generales, la madre marca la pauta en las relaciones personales. El padre nos afecta positiva o negativamente en nuestro hacer, producir, lograr cosas, ganar dinero.
Son incontables los casos en los que una persona con problemas de trabajo o financieros, al sanar su relación con su papá mejora su prosperidad y abundancia.
Sanar la relación es un proceso interno, privado; que se hace con los padres estén vivos o hayan fallecido. Al hacerlo, estamos sanando y transformando a nuestro propio padre interno.
Sanar la relación con ellos no es solo perdonar (perdonarlos, perdonarnos a nosotros mismos, pedirles perdón), sino honrarlos.
Reconocer y agradecer
Honrar a los padres significa darle honores y reconocimiento como los seres que te permitieron nacer. Es aceptarlos como son, sin juicio. Agradecerles de corazón y con cariño lo que te dieron, incluso el que te hayan dado la oportunidad de decidir no ser como ellos. Es comprender que hicieron lo mejor que pudieron.
Honrarlos es hacer algo bueno con tu vida; responsabilizarte de tu presente y permitirte crecer y decidir tus pasos.
Bert Hellinger, creador de las terapias sistémicas conocidas como Constelaciones Familiares, indicó que una persona puede honrar a sus padres fallecidos diciéndoles: «Querido papá o querida mamá, en mí sigues viviendo, y yo vivo de forma que tú puedas alegrarte de ello».
Antepasados
Honrar a los padres también es honrar a sus padres -tus abuelos- y demás antepasados.
Somos energía y nuestras familias son un sistema, un campo de energía. Al sanar la relación con nuestros padres liberamos, sanamos o depuramos energías hacia arriba en el sistema y hacia nuestros descendientes. Al sanarte, enciendes una luz que ilumina hacia todas las direcciones en tu familia.
En la terapia de sanación ancestral, con el uso de una especie de árbol genealógico, trabajamos las energías que proceden de nuestros antepasados y que pudieran estar afectándonos. Lo hacemos con radiestesia, con preguntas específicas para la toma de conciencia, con la visualización y la meditación, la invocación de los ángeles de la familia y el ho’oponopono, entre otras técnicas. Es un acto de amor y liberación en el que las personas pueden sentir que aligeran cargas.
Honrar a nuestros ancestros es honrar al Padre/Madre dentro de nosotros. Yo honro a mi padre interno, en él tengo interiorizado los valores que vi en mis progenitores: respeto a las normas, respeto a lo ajeno, respeto a la palabra dada, compromiso con el trabajo, empeño en superarse, apoyo a sus hijas, solidaridad, firmeza… Gracias papá, gracias mamá.
Nuestros antepasados también son los que vivieron en nuestro país antes que nosotros. Honrarlos es reconocer lo bueno y malo que hicieron, y es hacer algo bueno con nuestras vidas en comunidad.
Honrar a tus ancestros significa que vivas con valores y muestres educación, honestidad y rectitud donde quiera que vayas. No hacerlos es deshonrar a tus padres, a todos tus ancestros y a tus descendientes, a toda tu familia. Donde quiera que estén tus padres, ¿crees que se beneficiarán y alegrarán con tus acciones? ¿Estarían orgullosos de ti o apenados porque actúas como si no te dieron ningún valor ni educación?
Todo el que actúa contra la ley y las buenas costumbres le lanza una raya de descrédito y rechazo a todos sus compatriotas antepasado y futuros.
Honrarte a ti mismo es mostrar educación, honestidad y rectitud donde quieras que vayas y es sembrar para tu mañana, es actuar inteligentemente.
Recordemos la ley de causa y efecto: todo lo que sale de ti, regresa. Todo lo que le haces a los demás, te lo haces a ti, porque somos parte del todo y todo regresa. Que Cristo ilumine nuestras mentes, corazones y acciones.