Los niños captan nuestras emociones y pueden afectarse por la energía emocional que absorben de los padres.
Una de las grandes tareas de los padres es enseñarles, con el ejemplo, el manejo de las emociones. Es recomendable hablarles, desde pequeñitos. Esto les ayuda a desarrollar su capacidad de expresar lo que sienten en palabras y drenar las emociones de maneras sanas.
Explícale: ¿Conoces a Marta?
Marta es: Miedo, Amor, Rabia, Tristeza y Alegría. Todos nacemos con estas son las emociones básicas; y es normal y natural sentirlas. Una de nuestras tareas es aprender a vivirlas sanamente.
Cuando los padres viven sus tristezas, lloran y hablan de lo que les pasa frente a los niños, les están enseñando a ser auténticos con lo que sienten y les dan permiso a hacerlo también. Sin embargo, es importante que los adultos busquen espacios y momentos para drenar sus emociones y que no sea siempre en la presencia de los hijos; porque al hacerlo los niños pueden llenarse de ansiedad, miedo y mayor tristeza, al no poder hacer nada para aliviar la carga emocional de los seres que ellos aman y que, además, son los que tienen la tarea de resolver las situaciones en la familia.
Es recomendable cuidar lo que decimos frente a los niños. No es necesario ni recomendable que se enteren de detalles dolorosos de tragedias, ataques, robos etc. que puedan haber sufrido otros; y muchas veces se enteran porque oyen hablar a los padres con sus amigos.
Es importante buscar un equilibrio. No se trata de criar a los niños en una burbuja. Es necesario crearse estrategias de seguridad personal que pueden incluir:
Hablarles, de forma sencilla y no alarmista, de los peligros que existen. Incorporar medidas de seguridad personal y hablarlas en la familia: que el nombre del niño NO esté visible en el uniforme o en los morrales; para evitar que un extraño lo llame por su nombre y pueda confundirlo. Recordarle que no debe hablar con extraños. Estar atentos del entorno, sobre todo en la calle y los centros comerciales; etc.
Enseñarles leyes espirituales. Esto puede darles una sensación de seguridad y a la vez de responsabilidad de su propia seguridad:
Eres hijo de Dios, tienes un ángel de la guarda que siempre está contigo. Pídele, háblale a tu ángel de la guarda y así vas aumentando tu sensación de estar acompañado y seguro.
Como hijo de Dios, tienes la responsabilidad de cuidarte, de usar tus dones como la inteligencia, la creatividad y el amor a ti mismo para desarrollarte como persona y para que cumplas la misión por la que estás en este planeta.
Tu imaginación es parte de tus herramientas. Visualiza una luz en tu corazón; expándela hasta envolverte en una esfera de luz, repotenciada por el arcángel Miguel. Imagina cómo tu ángel se pone detrás de ti y extiende sus alas de luz hasta cubrirte de su amor y protección. Ve con los ojos de la mente, siente con todo tu ser, que el manto de la Virgen te cubre.
¿Recuerda la capa de invisibilidad de Harry Potter? Créate una para ti, una capa que te haga invisible a todo el que tenga mala intención hacia ti. Pero recuerda que esa capa se esfuma si no estás atento y no cumples las normas básicas de seguridad personal que acuerden en tu casa.
Una de las grandes tareas de los seres humanos es desarrollar la confianza en uno mismo, en la vida, en la Divinidad. El amor, la inteligencia y la creatividad te ayudan a contrarrestar el miedo y aumentar la confianza y la fe. La confianza en ti, en que sabes protegerte; en tus padres y su capacidad de cuidarte en la medida de lo posible; la fe en la vida.
Todo pasa por alguna razón. Lo que nos pasa a nosotros como familia, como país y como humanidad tiene un propósito, aunque no lo podamos ver en este momento; y es para nuestro mayor bien y avance en nuestra evolución.
Oremos juntos, como familia; no desde el miedo, sino desde el amor: Jesús, en ti confío. La luz de tu corazón me protege a mí, a toda mi familia y a todos los niños del planeta. ¡Amén!
Angel de mi guarda, dulce compañía; no me desampares, ni de noche ni de día. Prefiero cambiar «desampares» por «sé que estás conmigo de noche y de día».
Imagina cómo tu ángel juega contigo, como danzan juntos con burbujas de luces de colores, que te dan alegría, confianza y amor. Juega, ríe. Cúbrete con la Divinidad, que está ahí envolviéndote ahora mismo con su amor.